La identidad digital es la serie de atributos que definen nuestra personalidad online. Esta identidad digital está formada por la información que sobre nosotros hay expuesta en Internet. Para que esta identidad sea positiva, es responsabilidad de cada uno gestionarla de manera responsable. Si esto es sumamente importante para cualquier miembro de la Red y las redes sociales, con mayor motivo lo será para un educador, alguien que es responsable de la enseñanza del buen uso de las redes sociales al alumnado y que, como tal, debe dar ejemplo.
Una de las fórmulas más sencillas para controlar la reputación en línea es la gestión
adecuada de la visibilidad de los perfiles en redes sociales. Se trata de un primer paso
necesario en la construcción de una identidad digital coherente con lo que el usuario
desea comunicar sobre sí mismo.
Parece lógico pensar que es más difícil controlar lo que terceras personas publican u opinan sobre nosotros. Sin embargo, también es nuestra responsabilidad estar informado sobre ello y actuar en caso necesario, ya que en el espacio de Internet somos responsables tanto de lo que hacemos como de lo que no hacemos.
En el caso de los niños y adolescentes estamos ante un colectivo mucho más vulnerable a los riesgos de la identidad digital, ya que ellos tienen una mayor tendencia a compartir aspectos de su vida personal en las redes. En base a esto, es evidente la existencia de una responsabilidad social que debe obligar a padres y a la comunidad educativa a proporcionar a niños y jóvenes tanto valores como pautas de actuación que contribuyan a un desarrollo armónico de la personalidad y a la construcción de una reputación online positiva y satisfactoria.
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